GIGANTES DEL BASKET
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vicios pequeños
ON
Mi vino amargo
Ganarle 1x1 a Javi Alvarado
Mi isla, La Palma
OFF
Pasarnos las horas muertas en los aeropuertos
Los prejuicios de la gente
Las rayas "a lo Beckham" que se hace Alvarado en la cabeza
ON
Mi vino amargo
Ganarle 1x1 a Javi Alvarado
Mi isla, La Palma
OFF
Pasarnos las horas muertas en los aeropuertos
Los prejuicios de la gente
Las rayas "a lo Beckham" que se hace Alvarado en la cabeza
Sebas Arrocha
Por Fernando Martín
Tras dos temporadas en el Ciudad de La laguna Sebas Arrocha decidió volver a su isla, La Palma, para defender la camiseta de su equipo de siempre. Pese a no meterse en los play offs de la LEB, el UB La Palma terminó la primera fase con siete victorias consecutivas, a sólo una del camino por el ascenso y dejando muy lejos la jornada 20, cuando eran colistas a tres partidos de la salvación. Merecidas vacaciones, por tanto, para el “escolta de la Carretera de la Cumbre” y sus compañeros.
Si la LEB llega a durar tres o cuatro semanas más les vemos en los play offs y casi con el factor cancha a favor...
Pues sí, la verdad es que hemos sido el equipo que más en forma ha llegado al final de la temporada y haciendo uno de los mejores baloncesto de la LEB. La pena es esa racha de nueve derrotas consecutivas que tuvimos. Con dos que hubiéramos ganado de aquellos la cosa habría cambiado mucho...
Habrá hecho de guía turístico para sus compañeros, claro.
Uno tiene la obligación de enseñar los sitios de la isla, pero La palma es muy pequeña y se la conoce en seguida.
¿Les llevó a ver a los “amagadores”?
Así llamamos a la gente de un pueblo muy pequeño de por aquí que se llama Amagar. Es tan pequeño que cuando entras con el coche ya has llegado al final.
Dicen que Arrocha es que “marca el ritmo en La Palma”...
Sí que lo dicen mucho, en tono cariñoso. Supongo que será por lo extrovertido que soy y por ser de aquí.
Y le apodan el “bucanero”, como a su bar.
El “Pirata”, me llaman el “Pirata”. Lo del bar es algo que hemos empezado este año y aunque nos ha ido sólo regular he aprendido bastante. Cuando termine de jugar al baloncesto sí me gustaría dedicarme más a ello.
Supongo que las consecuencias del huracán Katrina las seguiría por televisión, pero las del Delta (que pasó por Canarias a finales de noviembre) las vivió en sus propias carnes.
Y tanto. Yo iba por la Avenida Marítima escuchando música y de repente una plancha del Ayuntamiento salió volando y se empotró contra mi coche, un Land Rover, con la suerte de que impactó en el lado del copiloto. Quedó destrozado. Salvé la vida de milagro. El techo casi tocaba el asiento. Además, ese día había quedado con el segundo entrenador, Domingo Rodríguez, pero estaba haciendo scouting y no subió al coche, si no...
Madre mía. Creo que salió hasta en las teles locales, ¿no?
Una cámara de una televisión estaba por allí y justo recogió el momento en el que salgo del coche todo destrozado. Mis compañeros se descojonaban al principio, hasta que les enseñé las imágenes...
¡Qué bárbaro! Y, claro, desde entonces está sin coche. El “toc-toc” le llaman, porque siempre está pidiendo que le lleven.
Desde entonces estoy con el bono de la guagua, como un crío. Además, en cuatro meses he cogido el de mi madre, mi hermana, de un amigo, el de los americanos... Como piloto he aprendido mucho.
Encima no vive usted cerca precisamente. En Mordor, nada menos, donde se forjó el anillo de El Señor de los Anillos.
Eso dicen algunos de mis compañeros. Tengo una casa en la montaña en la que vivo con diversos tipos de animales salvajes. Es la última casa que hay, más arriba no se puede construir. Mi dirección es “Carretera de La Cumbre”, con eso queda todo dicho. La estoy arreglando. Tengo teléfono desde hace poco, agua y luz desde hace siete meses... Pero la libertad que encuentro allí arriba no la tengo en ningún sitio.
¿Es por vivir en Mordor” por lo que algunos periódicos locales le llaman “el Diablo”?
Creo que es porque tengo cara de niño malo, perverso. Aunque a mi madre eso no le hace mucha gracia.
Entonces le llamaremos sólo Sebas. Recuerdos a Saurón...
Tras dos temporadas en el Ciudad de La laguna Sebas Arrocha decidió volver a su isla, La Palma, para defender la camiseta de su equipo de siempre. Pese a no meterse en los play offs de la LEB, el UB La Palma terminó la primera fase con siete victorias consecutivas, a sólo una del camino por el ascenso y dejando muy lejos la jornada 20, cuando eran colistas a tres partidos de la salvación. Merecidas vacaciones, por tanto, para el “escolta de la Carretera de la Cumbre” y sus compañeros.
Si la LEB llega a durar tres o cuatro semanas más les vemos en los play offs y casi con el factor cancha a favor...
Pues sí, la verdad es que hemos sido el equipo que más en forma ha llegado al final de la temporada y haciendo uno de los mejores baloncesto de la LEB. La pena es esa racha de nueve derrotas consecutivas que tuvimos. Con dos que hubiéramos ganado de aquellos la cosa habría cambiado mucho...
Habrá hecho de guía turístico para sus compañeros, claro.
Uno tiene la obligación de enseñar los sitios de la isla, pero La palma es muy pequeña y se la conoce en seguida.
¿Les llevó a ver a los “amagadores”?
Así llamamos a la gente de un pueblo muy pequeño de por aquí que se llama Amagar. Es tan pequeño que cuando entras con el coche ya has llegado al final.
Dicen que Arrocha es que “marca el ritmo en La Palma”...
Sí que lo dicen mucho, en tono cariñoso. Supongo que será por lo extrovertido que soy y por ser de aquí.
Y le apodan el “bucanero”, como a su bar.
El “Pirata”, me llaman el “Pirata”. Lo del bar es algo que hemos empezado este año y aunque nos ha ido sólo regular he aprendido bastante. Cuando termine de jugar al baloncesto sí me gustaría dedicarme más a ello.
Supongo que las consecuencias del huracán Katrina las seguiría por televisión, pero las del Delta (que pasó por Canarias a finales de noviembre) las vivió en sus propias carnes.
Y tanto. Yo iba por la Avenida Marítima escuchando música y de repente una plancha del Ayuntamiento salió volando y se empotró contra mi coche, un Land Rover, con la suerte de que impactó en el lado del copiloto. Quedó destrozado. Salvé la vida de milagro. El techo casi tocaba el asiento. Además, ese día había quedado con el segundo entrenador, Domingo Rodríguez, pero estaba haciendo scouting y no subió al coche, si no...
Madre mía. Creo que salió hasta en las teles locales, ¿no?
Una cámara de una televisión estaba por allí y justo recogió el momento en el que salgo del coche todo destrozado. Mis compañeros se descojonaban al principio, hasta que les enseñé las imágenes...
¡Qué bárbaro! Y, claro, desde entonces está sin coche. El “toc-toc” le llaman, porque siempre está pidiendo que le lleven.
Desde entonces estoy con el bono de la guagua, como un crío. Además, en cuatro meses he cogido el de mi madre, mi hermana, de un amigo, el de los americanos... Como piloto he aprendido mucho.
Encima no vive usted cerca precisamente. En Mordor, nada menos, donde se forjó el anillo de El Señor de los Anillos.
Eso dicen algunos de mis compañeros. Tengo una casa en la montaña en la que vivo con diversos tipos de animales salvajes. Es la última casa que hay, más arriba no se puede construir. Mi dirección es “Carretera de La Cumbre”, con eso queda todo dicho. La estoy arreglando. Tengo teléfono desde hace poco, agua y luz desde hace siete meses... Pero la libertad que encuentro allí arriba no la tengo en ningún sitio.
¿Es por vivir en Mordor” por lo que algunos periódicos locales le llaman “el Diablo”?
Creo que es porque tengo cara de niño malo, perverso. Aunque a mi madre eso no le hace mucha gracia.
Entonces le llamaremos sólo Sebas. Recuerdos a Saurón...